"Allí tuve la intuición de la inmensidad de los sentimientos humanos que encuentran su expresión en la contemplación iniciatoria que la Grecia olímpica dedicaba a las divinidades de las tinieblas, y muchas veces, más tarde, hube de explicar desde la cátedra a mis alumnos que la cultura no es otra cosa que la devota y ordenadora, por no decir benéfica, incorporación de lo monstruoso y de lo sombrío en el culto de lo divino."
En Thomas Mann, Doktor Faustus pp. 16- Ed. Edhasa, 2017
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